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Trabajo de ensueño

Otra vez tarde —pensaba—, ¡otra vez tarde! ¡maldita sea!

Parecía que ese día nadie trabajaría aparte de él. Calles y callejones se encontraban desiertos, sin señales de peatones o autos que circulasen. Las únicas personas que podían verse se encontraban dentro de los pequeños locales, encerrados tras vidrieras que exhibían productos y servicios inalcanzables. El mundo estaba loco, y Fabio se preguntaba por qué demonios los locales no tenían puertas.

Aunque daba igual. No prestaría atención a detalles sin importancia. Lo único que importaba en ese momento, era llegar tiempo a su trabajo y seguir avanzando diez metros con cada zancada; nada fuera de lo común. Si hubiese querido habría saltado las casas para acortar el camino, pero desconocía completamente lo que había al otro lado. Tal vez era mejor seguir el camino que se abría solo y que por algún motivo, algo en su mente le decía que lo llevaría a su destino.

—¡Fabio! —le gritó una chica desde el otro lado de la avenida.

Fabio se detuvo en una esquina y esperó a la chica, que ahora corría hacia él.

—Hola ehmm…

—Fabio, qué bueno que te encuentro. Abrázame —La chica lo abrazó con devoción, apretujándole la cabeza contra el pecho.

Era extraño, pero Fabio sentía que la conocía demasiado, tanto como para estar enamorado de ella; y al mismo tiempo no tenía ni la más remota idea de quién era. No obstante, contestó:

—Perdón amor, pero voy tarde al trabajo, ¿Estás bien?

La chica levantó la vista y lo miró a los ojos.

—Dijiste que yo soy tu preferida, y ahora me entero de que una de las otras está embarazada de ti.

—¿Embarazada? ¿otra? ¿de qué estás hablando?

Sí, ¿de qué hablaba? Una repentina sensación le cruzó a Fabio por la mente. El mundo estaba más loco de lo que imaginaba. La mujer que tenía enfrente era más que hermosa, ¿y por qué de repente estaba en lencería? Todo eso se antojaba bastante insólito. Extrañamente no recordaba haber visto antes un rostro igual, sin embargo no podía evitar sentir que llevaba mucho tiempo amándola.

—Escucha ehmm… tu —Tomó la barbilla de la chica levantándole el rostro—. No sé de qué me estás hablando. Pero si dices que tú y yo tenemos algo que ver, estoy seguro de que no necesito a nadie más, ¿entiendes?

—Pero es q….

—¡Nadie más!

Y con esa sólida afirmación, comenzó a besarla, sabiendo que ella correspondería sin problemas. Otra vez se encontraba vestida.

—Ahora tengo que irme. Si llego tarde mi jefe va a matarme, literalmente.

—Sí, lo sé. Conozco a ese gordo gruñón. Ojalá no haya llevado su vara eléctrica.

—Sí, eso.

¿Dijo vara eléctrica?

Con un último beso, Fabio se despidió de aquella mujer, temiendo que jamás volvería a verla. Posiblemente, solo en sus sueños (sueño, soñando) tendría la suerte de volver a encontrarla.

Siguió su camino, esta vez cuesta abajo, flotando sobre el asfalto, sosteniendo la respiración. No sabía qué era más raro: si flotar al aguantar la respiración, o el hecho de que la pendiente parecía ondear como si se tratase de una alfombra de pavimento.

El edificio donde trabajaba se acercaba más y más. Y mientras más se acercaba, más alarmado se sentía. Como si llegar al trabajo significase sufrimiento garantizado.

Cuando al fin llegó, se encontró con un edificio de cuatro pisos que no tenía paredes, luego sí, y otra vez no, y ahora era de tres pisos.

Tenía que salir de ahí. Ese sitio lo iba a volver loco. Se enfocó un poco en el lugar, volteó hacia atrás y la pendiente por la que pasó había desaparecido.

—¡Álvarez!

Fabio volteó sobresaltado.

—¡Llega tarde a la prueba de karate!

¿¡Prueba de karate!? No, esto ya es demasiado. Es claro que esta ridiculez no es real.

Pudo ver cómo alguien le patearía la cara justo antes de despertar.

Su mejilla estaba mojada, al igual que su almohada. Pero eso sí que era normal; solía babear durante la noche.

Se sentó en un extremo del colchón. El reloj marcaba las 8:30. No había mucho material en su reciente sueño, el único recurso que le quedaba para sacar una idea.

Caminó hasta la cocina. Deseaba tanto endulzar un poco su lengua con las sobras del pastel de limón, el sabor que percibió al besar a la preciosa chica, lo único bueno de ese vergonzoso sueño.

Estaba decepcionado de sí mismo. Su creatividad había decaído en los últimos días. Observaba su cuaderno de notas, en blanco, al igual que su mente al pensar en cómo iniciar su nuevo relato.

A veces los sueños se sienten muy reales —pensó—. Cuando uno está en ellos, es difícil reconocer entre lo que es real y lo que no. Como la anterior basura que acabo de soñar, ni siquiera me daba cuenta de que yo no tengo un horario de trabajo…

¡Exacto! ¿Por qué me preocupo entonces? Debería sentirme afortunado de trabajar en lo que me gusta.

Si los sueños fuesen reales…, si los… sueños… fuesen reales.

Pero a la vez no.

Comió otra cucharada de pastel.

Dulce…, sueños…, real…, chica…, creatividad…, libros…

Sí, lo tengo.

Entonces empuñó su lápiz.

Comentarios

  1. Hola Brian. Vengo de Literautas, eres uno de los relatos que debo comentar.
    Cuando me di cuenta que el protagonista estaba soñando quise saber cómo iba eso a relacionarse con el bloqueo y me ha gustado la manera como lo has conectado. Aunque el protagonista dice que su sueño no le sirve para nada, al final se le ocurre una idea que, al parecer, ha salido de la imagen de la chica en lencería. La escena es bastante fluida y logra mostrar la angustia que surge cuando escasean las ideas.
    Saludos.

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  2. Hola Ceyla. Gracias por comentar mi relato. Siento que esta no es de mis mejores obras, y tomando en cuenta la falta de visitas entiendo que me han fallado muchas cosas.
    Igual te agradezco mucho tus observaciones y te invito a leer mis próximas obras. Pasaré por tu relato, tengo curiosidad por sabe de qué trata. Saludos.

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  3. Saludos Brian, bastante caprichoso tu texto. En cuanto al contenido, lo veo bastante atractivo. Debo confesar que estoy preparando una entrada para mi blog, sobre lo que los "editores odian" de los primeros capitulos, y uno de ellos son los "sueños". Tengo mis discrepancias y mis aceptaciones. Por un lado, es un falso-positivo cuando con ellos pretendes introducir algo que no existe en la realidad del personaje (una persecución por ejemplo), sin embargo es un recurso que no debe ser descartado categóricamente. Tal como lo has presentado, y con tantas incoherencias naturales, se entendió que era un sueño; producto de la preocupación del escritor. Así que le doy una validez al mismo por este recurso tan odiado por los editores, pero por la forma que lo presentaste, me parece un acierto.
    En cuanto a la forma, creo que debes fijarte más en las pequeñas expresiones, donde haces los cortes (ese q... me produce casi un infarto, jaja), y algunos detallitos que con unas revisiones se corriguen.
    Este mes, he notado la poca visita de los compañeros, a la fecha hay textos que siguen sin un solo comentario. Lo cual me parece triste. ¨
    Para que tengas más visitas, te recomiendo que chequees la recopilación que he elaborado, comentes e invites a otros a leerte; por lo usual, se devuelve la visita.
    Me entretuvo tu relato y espero ver que ofrecerás para el mes de mayo, ¡nos leemos!

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